El domingo pasado, Odesa, una ciudad ucraniana ubicada en la costa del Mar Negro, sufrió devastadores ataques con misiles rusos que dejaron una persona muerta y 19 heridas, según las autoridades locales. Además de las vidas humanas afectadas, uno de los tesoros históricos de la ciudad, la Catedral de la Transfiguración, también sufrió graves daños durante el bombardeo. Este majestuoso edificio religioso, situado en el corazón del centro histórico de Odesa, fue declarado patrimonio mundial por la Unesco debido a su significado cultural y arquitectónico.
El gobernador regional, Oleh Kiper, informó que el ataque de misiles también destruyó seis edificios residenciales, y 14 personas, incluidos cuatro niños, fueron trasladados al hospital para recibir atención médica. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, condenó enérgicamente los ataques y anunció que habría represalias.
Tanto las autoridades ucranianas como la comunidad internacional han acusado a Rusia de llevar a cabo ataques sistemáticos contra la Iglesia ortodoxa en Ucrania, y consideran el bombardeo a la catedral como un «crimen de guerra». El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania publicó en Twitter un mensaje enérgico denunciando a Rusia como un «Estado Terrorista» por la destrucción de la catedral.
La Catedral de la Transfiguración, que data de 1809, es la iglesia ortodoxa más grande de Odesa y fue reconstruida en 2003 después de haber sido demolida por la Unión Soviética en 1939. El ataque destruyó gran parte del techo y provocó que varios pilares del edificio quedaran inclinados peligrosamente, lo que ha generado temores sobre su integridad estructural.
La agencia cultural de la ONU, Unesco, ha expresado su profunda consternación y condena ante el ataque al centro histórico de Odesa, que ya había sido designado como Patrimonio de la Humanidad en peligro de extinción a principios de ese año, a pesar de la oposición rusa. La organización ha instado a Rusia a detener los ataques contra la ciudad en varias ocasiones.
La situación en Odesa se ha agravado después de que Rusia se retirara del acuerdo que permitía a Ucrania exportar granos de manera segura a través del Mar Negro. Desde entonces, Moscú ha llevado a cabo una serie de ataques constantes contra la ciudad, apuntando a suministros de granos y la infraestructura vital para el acuerdo. Una huelga anterior resultó en la destrucción de aproximadamente 60.000 toneladas de grano.
El jefe de la oficina presidencial de Ucrania, Andriy Yermak, ha reiterado los llamados para obtener más misiles y sistemas de defensa para proteger a Odesa de futuros ataques. La situación se ha vuelto cada vez más tensa y amenazante para los civiles y la infraestructura vital de la ciudad.
A medida que la comunidad internacional condena estos ataques, la catedral histórica de Odesa se convierte en un triste recordatorio de los horrores de la guerra y la importancia de proteger el patrimonio cultural y religioso en momentos de conflicto. La esperanza es que se logre un alto al fuego y se busque una solución pacífica para poner fin a esta situación desgarradora en Odesa y en toda la región.